Hace muchos años atrás,tener un hijo con capacidades diferentes,mal llamados en ése entonces,discapacitados,significaba vivir con vergüenza,los cuales eran separados de la vida cotidiana por no tener nada que ofrecerles y por no querer ofrecerles nada ,en la actualidad ,nos toca como familia,hacer frente desde otro aspecto,gracias a las personas que se han preocupado por cambiarles el futuro a éstos niños.
Desde la gestación,hoy podemos saber que tipo de incapacidad puede tener ése bebé,y así ocuparnos y prepararnos para recibirlo.
En mi caso,lo descubrimos en el alumbramiento,sorpresa recibida,me encargué de hacer de mi hija,la persona más felíz del mundo desde el primer día,no les voy a decir que no fué difícil,pero hoy puedo decir que la satisfacción es uno de los motores de mi vida.
Sé que soy una persona resiliente y que todo desafío es bienvenido para mi,pero éste ha sido el más grande y el más hermoso.
Desde los dos meses mi hija comenzó las terapias necesarias,una cirugía a corazón abierto y muchos estudios posteriores,luego de muchos cambios y aprendizajes,decidí que sólo sea felíz.
Hoy solamente quiero su inclusión y que se desenvuelva en éste mundo que nos ha tocado,tan salvaje y hermoso y también puedo contarles que los niños son los que mejor manejan el tema de la inclusión,nosotros los adultos tendemos a ponerle techo a todo.
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